En el corazón del Hospital Garrahan, transformamos una sala de resonancia magnética en una experiencia espacial. Literalmente.

La intervención convierte un entorno médico altamente técnico en el interior de una nave, pensada para que las niñas y los niños que atraviesan un estudio de alta complejidad lo vivan como una aventura, no como una amenaza.

Con una narrativa visual envolvente, iluminación escenográfica y recursos lúdicos integrados al entorno clínico, esta ambientación busca reducir el estrés, fomentar la cooperación y crear un vínculo más amable entre las y los paciente pediátricos y la tecnología médica.

Este no es solo un cambio estético: es una apuesta concreta por la humanización del espacio hospitalario, donde el diseño se convierte en herramienta de cuidado.