En el Hospital Garrahan, uno de los principales centros de derivación pediátrica del país, el área de atención a pacientes con quemaduras trata casos de alta complejidad. Niñas y niños que atraviesan este tipo de internación enfrentan un dolor persistente, profundo y cotidiano: al moverse, al ser curados, y especialmente al ser bañados.

Desde el equipo del servicio surgió un pedido preciso y respaldado por evidencia clínica: crear un entorno visual que ayudara a inducir una sensación de frío, como estrategia complementaria para aliviar la percepción del dolor durante los procedimientos de higiene.

Así nació la idea de convertir la sala de balneoterapia en una pequeña Antártida argentina: un entorno sereno, lúdico y cuidadosamente diseñado. La intervención fue desarrollada en diálogo con el equipo médico del hospital y basada en bibliografía específica sobre entornos terapéuticos y dolor.

El resultado es una narrativa visual que propone un viaje fantástico por paisajes helados, donde un sapo —personaje del sector verde del hospital— se convierte en el capitán de una bañadera-barco que recorre los hielos, y una ballena gigantesca asiste con ternura desde el centro de la escena. Todo en un espacio reducido, que se transforma por completo a través del relato, el color y el absurdo.